segunda-feira, 21 de dezembro de 2009

Bombillas de Colores - Parte I (Texto Lâmpadas Coloridas - en Español)

Bombillas de colores
Texto de Rosane Santiago Cordeiro*

“Debemos respetar todas las religiones y amar a todas las personas, sean negras, amarillas, rojas, blancas, marrones... ¿ La electricidad fluye dentro de las bombillas rojas, verdes, amarillas o azules; alguien diría que la electricidad es diferente dentro de cada una? No. De modo similar el Divino brilla de igual manera dentro de todas las bombillas humanas en la forma de alma inmortal. El color de la piel no hace y nunca hizo diferencia. “
Paramahansa Yogananda
Guru Hindú que vivió en el occidente (palestra de 1937).


Parte I
Intolerancia, Ignorancia y Diferencias

Intolerancia. La más terrible enfermedad que el ser humano pudo crear y que en pleno siglo XXI insiste en repetir. Exactamente cuándo pensábamos que podríamos olvidar los desastres racistas que acontecieron en tiempos pasados estos resucitan aún más desequilibrados. Ingenuo pensar que al terminar una guerra, los sentimientos de odio de miles de personas desaparecen y que la consecuencia es la paz... Es todo mucho más complejo.

Este texto trata de muchos temas, todos advenidos de personajes muy interesantes y poco conocidos, agentes de la historia mundial que se hicieron invisibles para sobrevivir, actores de una pieza teatral que no acaba y los hace sujetos de juicios cada vez más rígidos. Bonitos, talentosos, repletos de idiosincrasias, odiados, amados, perseguidos, singulares... Con criterios de vida conectados la tradiciones milenarias y tal vez obsoletas, estas que los hicieron, a pesar de tan heterogéneos, un sólo pueblo – el gitano!

Milán, noviembre de 2007.
Ojos nerviosos me siguen, pero no es uno o otro ojo, son todos los ojos, de toda gente que camina por esta ciudad ceniza. Soy brasileña y viajé desde España , más precisamente de Andalucía directo para Italia.
Sevilla, y sus alrededores, en esta época del año parecen ser la única parte caliente de Europa, no sé si por estar tan próxima de África o porque las personas pasan un calor, una energía vibrante y verdadera en la profundidad de las relaciones.

Llegué a la Estación del metro en Milán donde fui a encontrarme con un amigo brasileño que vive en la ciudad hace más de quince años. Salimos de una estación de un color y entramos en un tren con otro color, cambiamos de línea. Durante este trayecto yo estaba incomodada con la mirada insistente de las personas ¿ Que sucede? Pregunté a mi amigo. ¿ Estoy sucia? Todos me miran de cima abajo. “No. Estás bonita, es eso”. No, no era eso, yo lo sé se me miran por estar bonita, pero hombres, mujeres, niños, me miraban fijamente...

En una sonrisa constreñida mi amigo me dijo: no me llevas la apenas si yo te dijera una cosa? Parecía que quiera decir algo muy serio, peor que todo que yo pudiera tener imaginado, ofensivo... Y mi cabeza viajaba en las posibilidades de estar haciendo algo que no era compatible con aquel pueblo, quería enterarme, para, quien sabe, adaptar mi comportamiento a lo de ellos.

Pero, yo estaba normal, me parezco con ellos, en España siempre que pedía informaciones me preguntaban de cual lugar de Italia yo venía... Tampoco era la ropa, vi por el reflejo del vidrio del metro la chaqueta grande, negro como mis cabellos, la piel amarillada por la falta de sol en mi piel morena ahora casi europea hacía mis ojos marrones cada vez más tristes y para los que me observaban tal vez más temerosos del que deben normalmente ser.

Lejos, sola, en un país extranjero y frío. Bien, volvamos el foco a los ojos verdes de mi amigo que, avergonzado, decía: no te sientas molesta con lo que voy a decirte, por favor, pero estás como una gitana perfecta. En un primer momento no entendí el porqué yo debería molestarme, y mi interlocutor completó: no se ofenda, pareces una gitana, pero una gitana de nivel. Cada vez que se justificaba más me asustaba. De mí: silencio profundo. Dalí yo seguiría para Andalucía para estar más cerca de amigos, que no por un acaso, algunos son gitanos. ¿Casualidad?

Mi amigo rubio y gay, ostenta en su histórico de vida luchas y discursos en defesa de las libertades y minorías, pero sus opiniones con relación a los gitanos me dejaban dudas sobre hasta dónde van los discursos contra los prejuicios... Allí él creía que yo me ofendería en parecer formar parte de una etnia que no era la mía. Entonce se dió el inicio de un cambio en mí, sentía una pesadilla interna, tenía miedo y ya camuflaba, casi sin pensar, mi cabello para dentro del capote. Fingía que era por el frío. Era frío. Frío en el alma. Comencé a hablar casi en slow motion, era así que me sentía - un poco retardada, no tenía velocidad para encarar aquella escena.

Le dijo entonces que en cinco días volvería Sevilla para estar en un lugar donde viviría directamente con la realidad gitana de España – aquella que, más tarde yo descubriría, es dotada de un prejuicio casi brasileño, que es negado, existe y es fuerte. Mientras yo hablaba, mi amigo me encaraba como si yo fuera loca. Sentimientos extraños tomaban cuenta de mí. Silencio... Silencio entrecortado por un mirar anónimo de otro alguien que insistía en mirarme con desdén.


La mirada es una cosa muy importante para mí, alguien me dijo una vez que soy una persona que cuando encaro un canalla, que nunca se percibió canalla, con mi mirada él tiene certeza absoluta de que lo es. Y de las miradas que recibí en la vida, estas de Milán fueron los peores. Aún no había procesado con profundidad lo que mi amigo me decía, pero sentía, y ese sentimiento era muy malo, de humillación al ser rechazada, tenía aún una mezcla con el asco que se siente de quien te pasa a rechazar. Una antipatía por los milaneses tomó cuenta de mí. Un sentimiento de negación de lo que acontecía y un desprecio por las actitudes de algunos que me llevaban a pensar erróneamente en todos como un único pueblo, lleno de prejuicio y xenófobo .

Pero, que es la xenofobia ¿sino el miedo o pavor del diferente? ¿ que era que yo sentía? ¿sería realmente diferente de ellos? Pensaba de manera ingenua que nadie tenía el derecho de juzgar y utilizar la coacción en el otro, por su apariencia. Yo tenía rabia y, con eso, juzgaba. Y juzgaba a mí misma, evaluando que ellos no me eran diferentes, pero… yo tendría que ser “la buena” y me sentía víctima – sentía que un gusano inmundo nacía dentro de mí, algo que quitaba de mi alma la posibilidad de actuar con el corazón, con coraje. Era miedo, algo que podría transformarse en prejuicio o xenofobia si extravasase con lo que venía junto con él – la rabia .

En mi país existe mucho prejuicio racial, pero tenemos un entendimiento del diferente, que me parece, si comparado a otros lugares, inaudita. La frase “ usted eres una gitana perfecta”, dicha por el mismo amigo, en Brasil, sería un elogio, no sería nada malo, pero dicho en Italia, precisamente en Milán, yo, como mínimo, sentía mi vida en peligro.

Me sentí pequeña delante de lo que no conocía, a pesar de grande delante de lo que rechazaba. Enorme por saber de la posibilidad de poder ser lo que soy - lo que siempre fui.

Llege sóla a la estación final, pues mi amigo siguió por otra línea de tren, otro color, otros colores, en su arco Iris humano a ser repensado. Tenía que esperar en la estación roja a que alguien viniera recibirme. Distraída pensaba en lo que estaba suciedendome cuando un tren pasó y agitó el viento en mi rostro, volviendo mi atención para una Romá, que, vestida de marrón miraba me insistentemente y, creo, estaba preste a hablar conmigo cuando la amiga que yo esperaba llegó. Vio la escena. Me estiró por el brazo: “ Cuídate, cuídate, esas personas son peligrosas”. No sabía ella lo que realmente acontecía...

La consecuencia de eso todo fue que corté mi cabello largo hasta los hombros, saqué mi pelo largo para adentro de mí donde había crecido una cosa, una solidaridad, una identificación y una rabia case flamenca, case zíngara, case gitana. Tal vez por eso el Flamenco sea tan representativo de los gitanos en todo el mundo, en él existe miedo, pasión, amor, melancolía, dolor, rampantes de alegría en una tristeza sin fin... Olé!

Seguí entonces para Florencia con la finalidad de rever una tía que vive allí, fue pasar la noche con mi tía campesina, brasileña y negra para en la mañana del otro día, volver a la realidad gris de Milán. Los trillos de tren me llevaban a la ciudad donde está una de las obras más famosas de Michelangelo, el Davi – gente de piedra perfecta, convivía con nosotros, carnes en almas imperfectas.

Seguí viaje en un casi frenesí mental, seguía a un destino que aún iba a enseñarme mucho, mi cabeza giraba en planes nuevos para mi prójimo documental.

La hija de mi tía es una mujer alta, simpática y mucho colgada en trabajo. Seguro que en los casi veinte años que vive en Italia ya pasó por prejuicios de muchos, principalmente por cuenta de su apariencia física, negra, bonita y brasileña... En nuestro encuentro, le hablé de la idea, cada vez más fuerte, de hacer una buena película sobre gitanos, y, sin dejar que contestase le pregunté cómo es la vida de estos en Florencia. . La respuesta fue rápida: “Rosane, no se envolva con esa gente, aquí se estuvieren todos ellos en una plaza y alguién meter fuego en estos, el resto de la población fingirá que no vio”.

No vio. Dos palabras que aún hacen eco en mi cabeza: “no ven”. Y eso independe de credo religioso, opción sexual, clase social o color de la piel. El prejuicio existe y es evidente. En otras épocas ojos verdes, azules, negros o marrones, humanos e inhumanos no miraran los cuántos miles de gitanos fueron ejecutados en Alemania nazi y hasta hoy hay gente que finge, como dice mía prima, que no ven.

Tal vez alguna cosa cambie, tuve contacto con algunos y percibo que en los últimos tiempos muchos gitanos talentosos han abierto los ojos de la sociedad para el embasamiento saludable que existe en esta cultura. Músicos, actores, bailarines, médicos, abogados, historiadores, políticos, finalmente gente que con un trabajo digno representa la ciganidade con gallardía.

Case en la misma época un investigador de comunicación me pidió un artículo sobre interculturalidad y yo sugerí escribir sobre los gitanos en España. Infelizmente el foco de la investigación no comprendía los españoles, entonces me pidieron que desarrollara el tema direccionado a Alemania e Italia. Yo podría haber rechazado y dicho que no tengo contacto o que el poco conocimiento que tengo sobre esta etnia/pueblo/raza está más en Brasil y en España, pero me fascinó la posibilidad (y responsabilidad) de escribir sobre el holocausto que aconteció en Alemania y el que, sentí en mi piel, puede acontecer en Italia.

En la Revista Tchatchipen, editada por el Instituto Romanó de Servicios Sociales y Culturales, España, una materia muy interesante llamada “Los Gitanos y el Holocausto: Una Reavaliação y Una Revisión” nos remite a un viaje al odio nazi y al suplicio gitano. Este texto escrito por el profesor Yan Hancock, director del Programa de Estudios Gitanos y del Centro de Documentación Gitano de la Universidad de Tejas (EUA) trae una investigación muy bien hecha acerca del ocurrido con los gitanos en el periodo en el genocidio Hitlerista. Hancock cita la conclusión de la historiadora austríaca, especialista en Holocausto nazi, Erika Thurner: “Los judíos y los gitanos fueran afectados de igual forma por las teorías racistas y por las medidas adoptadas por los dirigentes nazis.

La persecución de los dos grupos fue llevada a cabo con una intensidad y crueldad igual de los radicales. El genocidio judío recibió más prioridad en su planificación y ejecución debido al diferente status social de los judíos y por seren más numerosos. Al ser una población más reducida, los Romá y los Sinti significaron un problema secundario para los nazis”.

El mismo autor nos asusta cuando explica la dificultad de establecerse el número de asesinatos de Romás en el Holocausto, comenta aún a una observación Bernard Streck que diz “cualquier intención de expresar las víctimas del Holocausto en términos numéricos... no pueden ser verificadas mediantes listas, o archivos de los campos de concentración, la mayoría de los gitanos murió en Europa Occidental y Oriental, fusilados por los pelotones de ejecución o por miembros de grupos fascistas”.

Como indica Bernard Streck, una cosa es cierta:, muchas muertes no fueron registradas pues acontecieron en bosques y campos donde los gitanos vivían temporariamente o estaban.

Aún resta mucha documentación de los campos de concentración a analizar, el se recoda también de la doctora Sybil Milton, historiadora del U.S. Holocaust Memorial Research Institute de Washington que sitúa el número de vidas gitanas perdidas hasta el año de 1945 “entre medio millón y un millón y medio de personas”. Esta información fue corroborada en 2001 por la OIM ( Organización Internacional para las Migraciones), organización encargada de encontrar y compensar las personas supervivientes del Holocausto Gitano.

Quitando los judíos la única población decimada por motivos étnicos de un radicalismo intenso fue a de gitanos. Yan Hancock dice aún del uno esfacelar de la comunidad gitana en el pos-guerra: “ A finales del conflicto, los gitanos eran un pueblo decapitado en busca de alguien que le explicara lo que acabara de acontecer. En cambio, fueron recibidos por un muro de silencio y olvido de las autoridades. Ni reparaciones, ni disculpas, ni películas o obras sobre su dolorida situación, ni una tierra nueva para instalarse o defenderse”. El propio Yan Hancock cuenta la dificultad de seguir con sus estudios sobre el tema en cuestión, el alejamiento, de personas que le eran queridas, por la franqueza excesiva con lo que trató a este asunto.

Por eso cito este autor, por identificación. En el camino que sigo para hacer la película sobre los gitanos en España y en Brasil tropiezo toda hora en dificultades y entrenamiento, cada día más, mi vena diplomática para convivir con gente – gitano o no-gitano se agota.
La dificultad de cualquier uno representar o documentar la población gitana en sus heridas y alegrías pasa por el cribo de los secretos y omisiones existentes en cualquier familia, pero en esto caso, principalmente en las gitanas. Funcionan como una iglesia: no es prohibido entrar, pero sólo es acepta la persona que comunga el mismo Dios.
Ellos saben , más que nadie, diferenciar las intenciones de gajes o gitanos, las personas que poden o no “rezar la oración de ellos” y con esto vigilan. Están correctos, es eso que los hace aún (r)existir.

**sinistra como se entiende en Brasil: una cosa "sinistra", que identifica algo escuro, macabro - no la palabra como es en la visión de los italianos.

*Rosane Santiago Cordeiro é jornalista, cineasta e pesquisadora de cultura popular.Documentarista produz atualmente, dentre outros, o filme LA MIRADA – ciganos no Brasil e na Espanha.

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